Alguien mencionaba al pasar algo así como una
necesidad urgente de aquello que somos de conectarse con la pasión, con alguna
pasión.
Me preguntaba cómo es que casualmente
coincidieron en una búsqueda personal la urgencia y la pasión. Me preguntaba, y
dudo de que pueda ofrecer una respuesta, qué se presenta como urgente y qué se
presenta como pasión.
De las urgencias decir que quizá vivamos en un
mundo que vive bastante apurado sin tornarse en urgente. Vivimos en un mundo en
el cual todo pasa bastante rápido y quizá hasta existe una pretensión de que
este mundo pase lo más rápido posible. Creo que esta cuestión de lo fugaz tiene
que ver principalmente con dos cosas.
La primera, quizá la más aburrida para los
románticos empedernidos, es económica. Este mundo vende y necesita vender lo
viejo de siempre como si fuera nuevo. Estamos metidos en este embudo comercial
que pretende generar demandas estúpidas ofreciendo estupideces con un alto
umbral de caducidad. Es decir, este mundo re-produce lo inútil, lo vende, luego
desenmascara su inutilidad y re-produce otro inútil disfrazado de novedad. Todo
se da muy rápido, tan rápido que casi pasa desapercibido.
La segunda, es la que más nos compete, aunque no
deberíamos negar nuestra competencia de la primera. La segunda cuestión que
tiene que ver con la fugacidad del mundo somos nosotros, que siempre estamos
pasando como el tiempo, que no se detiene jamás. Lo interesante es cómo
pasamos. Se puede pasar de muchas maneras. En general, el ideal del embudo
económico es que pasemos pensando lo menos posible y que, si lo hacemos, sólo
pensemos en cosas. Ni en nosotros, ni en los otros sino en cosas.
Ahora, uno recae en esta búsqueda de la pasión y
se pregunta por la pasión y generalmente pienso que debería estar en todo y
cada cosa que hacemos pero descubro que a veces no está. Entonces me pregunto
¿qué o quiénes habrán escindido al ser que somos de su pasión? ¿Dónde se habrá
quedado, perdido o hacia dónde se habrán orientado las pasiones?
No ha sido una tarea sencilla y de hecho ha
llevado muchísimo tiempo, siglos enteros ha llevado adormecer las pasiones de
cada uno para convertirnos en masas prácticamente homogéneas.
A cualquier romántico, desentendido de la
historia superficial que tiene el mundo, a cualquier soñador le parecerá
irrisorio lo planteado.
Lo real, es que a mi también me resulta irrisorio
pero no por ello imposible y aun más, creo que esto es lo que ha sucedido.
Ahora bien, todo sueño termina, sueñen dioses o
demonios, sueñen ángeles o diablillos, todo sueño acaba.
La pasión es como la sangre que nos recorre, está
ahí, nadie le lleva el apunte pero está dentro nuestro esperando la vida, la
guerra, la herida, la muerte. La sangre late y la pasión también late, bajito,
suave pero a veces arde en las entrañas del ser que somos que no es más sangre
que pasión y que es tanto la una como la otra.
¿Cómo llegaron a atarse urgencias y pasiones?
Sigo preguntándome por las casualidades.
En última, somos pasión, la pasión está siempre
allí donde estemos. Lo urgente, lo único realmente urgente, somos nosotros
mismos.
A Dai que sacó el tema,