Es, al menos extraño como sucede todo proceso
creativo. De repente uno se encuentra en esa relación de intimidad intimidante
con el blanco del papel que lo conmina a sentirse, a expresarse, a preguntarse.
¿Cómo volvemos tan habitualmente a ese límite que
nos separa de lo sentido, lo expresado o lo preguntado? ¿Cómo, recurrentemente,
perseguimos la huella casi imperceptible que vamos dejando porque pasamos y no
podríamos hacerlo de otra manera? ¿Cómo y cuánto nos burla nuestra sombra,
nuestro espectro, que desaparece cuando volteamos a verlo?
Sobre lo nuevo real, pensar en la magnitud de la
novedad concebida como lo desconocido huele a cierta capacidad de
espanto/rechazo que tenemos todos.
Toda apertura implica quizá un movimiento
afectado de cierta angustia, hay un ser que cambia ante lo nuevo, un ser que
cesa y uno que novedosamente es en el precipicio de un presente que persiste en
acabarse.
Pensaba en el amor, entre tantas cosas, que puede
ser nuevo siempre y que siempre puede ser viejo pero que el singular melódico
no pende de la novedad en cuestión. Quizá sea la sensualidad la que sin embargo
se vea envuelta en cierta “necesidad” de novedad. Quizá los gestos y las
expresiones al uso se vuelvan cotidianos o se agoten en su usarse perdiendo la posibilidad
de rozarse con lo nuevo y así tener renovada la capacidad de espantar o ser
rechazados por desconcertantes, raros o desconocidos.
Me disculpo brevemente por mi recurrencia a los
besos que pueden darse de muchas formas aun sin sentir amor pero que no
podríamos negarles lo novedoso. Es ahora cuando uno osa preguntarse ¿qué es eso
que se siente cuando se siente amor?
Si los entusiasmaba la pregunta a la espera de
una posible respuesta, temo que voy a decepcionarlos. No me competen las
respuestas. Apenas traigo un manojo de preguntas.
Entiendo la circunstancia redundante de sentarme
a escribir periódicamente pero no logro
hallar reiteración en ello, no logro habituarme a la novedad y quizá de allí se
desprenda esa sensación de asombro rebelde ante lo cotidiano.
Tomo nuevamente lo sensual que sospecho excede
todo erotismo o sexualidad. Lo sensual me acerca mucho a lo provocador, a lo
sutilmente provocador, a lo sutil en muchos ámbitos y creo que es allí donde
restan muchos cabos por desatar.
Lo mágico es irresponsable aun incierta la magia.
Lo real no es lo moral. Lo moral es un intento de regular lo real. Lo sutil es
quizá el más interesante mecanismo para desestabilizar y desatar mecanismos
viejos, retrógrados, prepotentes, planos y ridículos.
Lo nuevo real, lo novedoso es arte y la
capacidad de arte que olvidamos y que tenemos olvidada. Si sólo suspira lo nuevo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario