Observaba distendido las
palomas de mi ventana nueva, tan nueva como vieja y recordaba aquellas
estaturas desde las que también observé palomas y también observé desde
ventanas. Debido a la columna de hoy, debo decir que creía recordar pero que un
recuerdo no es un momento y agregar entonces que vivir es sólo cuando se dice
en presente.
Atesoraba entonces, un
recuerdo. Recordando, descubrí su imperfección. Descubrí que ese momento, ese
sentido, no era más que una idea vaga de lo que fue en un preciso instante. Descubrí,
que ese paso que acababa de dar, ya no era mi presente.
Descubrí, entre tantas
cosas, que ese momento trascendente dejó de serlo a partir de que dejé de
vivirlo y comencé a pensarlo. Descubrí entonces que vivo en pasado y vivo,
ahora en este instante, en el que siento que detengo la maquina del mundo, en
pasado.
Quizá me equivoque, pero
nada tiene mas vida después de haber vivido. Nada tiene vida antes y nada tiene
vida después de haber sido. Existe sólo un instante mágico en el que todo
sucede y muere justo antes de que podamos advertirlo.
Podemos pasarnos nuestra
existencia albergando, cual reliquias, momentos en nuestra memoria. No serán
más que imperfecciones que seguirán alterándose una y otra vez en tanto las
recordemos. Podrán incluso colmarnos de regocijo pero la vida es en ese
instante, en ese ahora.
El tiempo instrumental
me dice que la concepción de un segmento del mismo, por más mínimo que sea, no
puede ser en presente. No puedo pensar este segundo que pasó, ni el siguiente.
Cuando lo pienso, ya ha pasado, ya es historia.
Descubrí entonces que
ese beso, que ese abrazo, fue algo que no estaba pasando cuando tuve
posibilidad de advertirlo. Descubrí que este largo suspiro que estoy dando sólo expulsa aire añejado.
Descubrí entonces, para
mi deleite, que no tengo mas vivir para estar vivo. Que no tengo más
posibilidades. Que mis muertes están antes y están después de ahora. Que mi
vida es ahora, que mi instante de conciencia es ese espacio de tiempo
insalvable que acaba de pasar.
Descubrí, en un ahora
pasado, mientras esgrimía una sonrisa, que el presente perfecto es justamente
ese instante que acaba de pasar, casi imperceptible, pero que solo alberga la
vida.
El presente perfecto es
ese instante en el cual lo mínimo supera lo mágico y lo hace posible.