Me
aturde un poco en la actualidad la apología del goce, el hedonismo
sistematizado que puebla casi todas las aristas de nuestras vidas. Me aturde
también un poco la carga sexual existente en todo, la ausencia de sensualidad
entre otras ausencias que, como poco, consiguen que nos ausentemos nosotros
mismos. En última, me aturden la vacuidad de contenidos y la vacuidad de los
discursos políticos al uso. Pero el título de hoy nos sugiere pensar en otra
cosa. Nos sugiere pensar en qué tenemos. Para nada pretendo anular lo dicho
anteriormente. Al contrario, el preguntarse por el qué tenemos no es sólo una
pregunta en singular sino también en plural y no es para nada un preguntarse
personalmente sino también un preguntarse por ese mundo que pretenden vendernos
tan a menudo.
Qué
tenemos entonces más allá de las cosas que puedan acumularse en nuestro haber,
más allá de tanto nostálgico pasado y aún mas allá de los sentimientos fáciles,
graciosos o burlistas de esta humanidad que se diluye entre tanto materialismo
insípido.
Quizá
nos hemos acostumbrado a perseguir aquello que nos hace bien sin haber definido
antes qué sea aquello que tan bien nos hace. Pero rara vez cuestionamos a las
costumbres, rara vez cuestionamos algún sendero transitado y sugestivamente
transitado por nosotros mismos.
No
quisiera robarles el mérito a quienes roban carcajadas o sonrisas (que son
cosas bien distintas) pero no podría negarles el mérito tampoco aquellos que
arrancan las mas amargas lágrimas. Es en la costumbre que también hemos
olvidado que aquel brillante astro que todo lo ilumina no es sino absolutamente
el creador de todas las sombras de nuestro mundo de imágenes.
No me detengo sino sólo un instante a mirar las
fotos del mundo, que son todas las que todos tenemos, ni más ni menos. A veces
esas imágenes se llenan de tanto que oso preguntarme por la gente y me admiro
en la desdicha de que a veces haya tantas cosas entre nosotros, tantas
interrupciones para aquello que percibo como ininterrumpible. Sufro por ello,
sin acongojo ni degradaciones a lo sufrido. También es humano sufrir y quizá
entre tanto olvido nos hayamos olvidado de ello.
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