viernes, 31 de agosto de 2012

El Presente Perfecto (Segunda parte)

Algunas observaciones sobre qué sea eso que entiendo por pasado 

La evidencia de la denominación “pasado” no da lugar a ambigüedades, el pasado es eso, lo pasado, aquello que ya pasó. Sin embargo, estimo que es posible tener otra perspectiva del pasado o lo pasado. Desde ésta perspectiva sugiero que el pasado no pasa. Esto se sustenta en dos cuestiones fundamentales. La primera es que lo pasado, de varias formas, es traído al presente constantemente, tanto en los instantes de conciencia como de inconciencia, en forma de recuerdo a través de la memoria. La segunda, es que los seres temporales individuales viven recuperando la vida que pasó a través de una resignificación constante del suceso pasado. A partir de estas dos concepciones es que sostengo entonces que el pasado no pasa, que está ahí, metido en el presente de la vida del que vive, acosando o apaciguando pero sobreviviendo al instante actual que marchita el paso del tiempo. 
La contradicción aparentemente surgente entre la concepción convencional del “pasado” y esta otra perspectiva que sugiero en torno al mismo “pasado”, se disuelve a partir de la introducción de la noción de resignificación. Dicha resignificación permite al pasado venir al presente, le permite ser vivenciado temporalmente pero esta vivencia resulta incomparable con la vivencia del presente. Es decir, el pasado está aquí, ahora, siendo pensado pero siendo pasado, jamás deja de percibirse como pasado. Lo que pasó vive en la vida del que vive. A través del recuerdo, de la significación y la resignificación. El recuerdo y la significación (resignificación) difuminan entonces el pretendido límite entre aquello que concebimos por pasado y aquello que concebimos por presente. 

Algunas observaciones sobre qué sea eso que entiendo por futuro 

Todos damos por hecho que el futuro es el porvenir, aquello que aún no ha pasado. Sin embargo, todos damos por hecho también que aquello va a pasar, que ineludiblemente el futuro va a suceder luego del presente. A partir de esto es que concibo que, el ser temporal que somos, vive en una zona confín entre el presente y el futuro, vive, pretendidamente, en el otro límite del presente. La vivencia del ser temporal de la mortalidad inmortalizada, habilita la pretensión de vivir en ese límite, de vivir como si: como si el futuro, como si la temporalidad futura estuviese asegurada o amarrada a un presente que pareciera diluirse entre sus propios límites; los del pasado, que no pasa y persiste en actualizarse a través de las resignificaciones concientes e inconcientes del recuerdo, y, los del futuro, pretendidamente actual a través de una deliberada inconciencia de la mortalidad. Hablo de una deliberada inconciencia de la mortalidad a partir de que, el ser temporal mortal que somos, ha debido, de varias maneras pero, sobre todo fundado en un adoctrinamiento tradicional, de vivir superficialmente la propia vida y por ende la propia temporalidad, anestesiarse, en un primer momento para olvidar esa muerte futura tan presente, y luego, esta anestesia ha perdurado tanto, que se ha vuelto una especie compleja de insensibilidad; una insensibilidad ante la posibilidad inminente del fin absoluto de toda sensibilidad y de toda posibilidad de temporalidad. 
El como si es un fingir, un fingir adscripto a vivir como si “tal cosa fuese no siendo tal o, como si no siendo tal, se vive tal que”. El como si es una simulación inocente pero, de suyo, sumamente deshumanizadora. Éste como si se da en su máxima expresión, su máximo fingir, en la huida sistemática a mortalidad inminente suscitada por la proyección de un futuro, de un instante improyectable que suceda al presente.

Imágenes - Fluorencia Carrizo

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