jueves, 20 de septiembre de 2012

Una noción de libertad


Nos inundan con información, actual e histórica mal contada y tan plagada de intenciones egoístas, auto-interesadas que ni siquiera le cabe caer bajo la categoría “información”.
El fascismo, sea de extrema derecha, sea de extrema izquierda (porque no existen ni existirán los fascismos moderados), se llevan al diablo aquello que cualquier individuo pueda concebir como su libertad.
Siempre habrá oligarcas, ricachones socialmente inconscientes (o conscientes sólo de sus propias narices). Pero la ausencia de conciencia social no es un problema de clases, no hay que ser pobre para percibir políticamente el mundo. No es la mirada de una clase y no la otra, la que habilita una realidad política. Porque no existe una “realidad política”.
Desgraciadamente, estimo que existe un pequeño rincón de la libertad del cual los más vastos  estratos de la sociedad no conocen, no gozan. Por esto algunos individuos se toman en serio su individualidad y defienden ese rincón de libertad en cuanto lo ven saboteado o saboteado para los demás. Pensar una libertad individual no implica una simpatía con el capitalismo  bárbaro que gobierna al mundo, no implica tampoco el hecho de quedarnos mirándonos las narices mientras la ausencia de justicia social se devora a niños que jamás cumplirán tiernos 12 años, 11 o 10. Que se morirán de hambre sin haberse expresado jamás, sin ser posibles. Pensar una libertad individual es haber entendido antes que no sería posible si no es compartida. ¿Por qué metemos la solidaridad en el medio? Vivimos en una sociedad bastante bien definida en cuanto a clases, está claro a quien le sobra y a quien le falta. Tampoco se trata de hacerse el Robin Hood, hay leyes que posibilitan un accionar coherente y si no las hubiera, pueden consensuarse.
A mi libertad no le conviene  que otro presunto “libre” no goce de la libertad de igual manera, eso me enfrenta, nos enfrenta, crea recelos, resentimientos. Cuando alguien siente la libertad, cuando alguien se siente libre, no puede sino querer para los demás aquel goce superior. Porque es la libertad lo que posibilita una conciencia política y no cuánto pueda o no pueda acumular monetariamente. Si no soy libre, toda “conciencia” viene dictaminada por la necesidad más pura y dura. Es porque soy libre que me hiere la indigencia y asquea la opulencia oligarca o la corruptela miserable de quienes manejan al estado nacional y otras instituciones.
Hay que persistir en preguntarse si la lucha o el enfrentamiento de clases son necesarios en pos de asegurar la gobernabilidad o en persecución de cualquier ambición política. Hay que persistir en preguntarse a quién le sirve enemistarse con muchos que cargan con una culpa inconsciente de haber nacido con mas suerte y no saben nada de hambrunas, de dormir bajo un techo de cartón o de vivir sin ninguna clase de proyecto. Porque hay que tenerlos bien puestos para levantarse todos los días a pensar sólo en hoy y secarse las lágrimas en los rincones por no poder pensar en mañana.
Entonces, ¿qué? ¿Nos anulamos unos a otros? El estado nacional tiene todas las herramientas a su disposición para llevar adelante un ideal socialista sin generar desde su seno violencia alguna. Es una decisión política hacerlo por una u otra vía.
Se ensanchan las brechas entre los que pueden y los que no. Hoy es más grande que hace mucho tiempo el número de personas que no podrá leer lo que estoy escribiendo ahora.
Intento salvaguardar algo que se está diluyendo o lo están diluyendo en una disputa que se intensifica en tanto se vacía de contenidos. No podemos pensar todos lo mismo, no debemos pensar todos lo mismo. Algo estaría funcionando terroríficamente si así fuera. La libertad individual no tiene precio, no es un accésit económico, no es una posibilidad económica. La libertad individual es la libertad de todos (pensada para cada uno). Eso es libertad y no la marcha obsecuente detrás de discursos chatos y provocadores que auguran libertades que políticamente no se persiguen.
Ser libre se traduce en poder ser yo y esto no tiene nada que ver con tener millones de hectáreas en el sur o infinidad de inmuebles a nombre de algún amigo. La vida es tan corta y rica en la simpleza que sigue sorprendiéndome por qué algunos acumulan tanto. Tampoco podemos hacernos los tontos e ignorar que la nueva clase rica de nuestro país es la clase gobernante. ¿Merecen menos? Claro que merecen menos, hay otros que merecen más y la libertad es repartir. Pero no solidarizarse, la solidaridad es otra cosa. Esto es una cuestión de justicia y de libertad.
Nadie necesita naturalmente nadar en la abundancia para realizarse, es un artificio demasiado humano aquella persecución de la riqueza por la riqueza misma. Los individuos no necesitan realizarse, merecen realizarse porque es lo único que puede hacerse con esta vida. 

Imagen - Fluorencia Carrizo (http://www.fluorencia.com.ar/)

martes, 18 de septiembre de 2012

Reconstruction (2003)




Estimo que el título es una enorme ironía. Por caso, ¿cómo re-construimos nada? Sin ser tan pretencioso, ¿cómo construimos algo? ¿Cómo nos construimos?
El azar esta al mando en la cinta, me agrada que así sea. Tengo cierta patología con el azar  que me horroriza/ fascina en la misma medida. El azar, ya sea en la película o si nos escapamos de ella suscita preguntas: graciosas, dramáticas, terroríficas, etc.
¿Por qué detenernos allí? ¿Por qué no saludar? ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué cruzamos la calle a mitad de la cuadra? ¿Por qué no dijimos que sí? Y si dijimos que sí, ¿por qué entonces no dijimos que no? A veces hurgamos un cajón de saldos editoriales en una feria y damos con “la joya” hecha papel, ¿cuántas manos pasaron por allí sin percatarse de “la joya”? Y en la circunstancia fastidiosa de no encontrar nada en el cajón de saldos, ¿Por qué se llevaron todo lo interesante y uno llega a revolver sólo lo inútil?
Hay una circunstancia tiempo-espacial que nos excede, estimo. Esto me lleva a re-planteos insondables, retóricos, a cerca de la incumbencia de la casualidad en mi insignificante vida. ¿Por qué gobierna el caos? Y si no gobernara el caos, que es lo mismo que una total y completa anarquía cósmica, ¿Qué? ¿El destino? He comido muchas papas fritas en mi vida pero la del destino y los hilos celestiales de las marionetas no me cierran, me indigestan.
Ahora bien, cuando todo se da de la mejor de las maneras posibles, ¿es el destino? Cuando no, ¿la fatal casualidad? O ¿es al revés? ¿Es una cuestión de simpatía? ¿Si somos ordenados o simpatizamos con el orden nos cae mejor el destino y lo contrario: si somos desordenados y simpatizamos con cierta beta anárquica nos engancha el imponderable azar?  
Tómese cualquier  vida por caso, una vidita. Un día porque sí, como hace muchas cosas que hace, deja un comentario en una página que se ocupa de libros. Ni si quiera recuerda el nombre de la página. Alguien pasa unos quince minutos después, alguien que tampoco recuerda el nombre de la página, y le resultan simpáticos sus comentarios y su cara. Lo agrega a sus amigos, no hablan hasta pasado un mes. Le habla y se enamora, ¿azar? ¿destino?
Cuánto y cómo nos construimos de nuestras creencias. Cuántos pretendidos viajes de ida y de vuelta al pasado, al presente próximo o a un futuro incierto, ¿o determinado?
Notable película, inmensamente más compleja que su superficie fácil.

Las manzanas de Adam (2005)




Es curioso cuánto nos parecemos a metáforas, del tipo que sean. Tiene varios mensajes esta película. Por lo cual, quizá admita más de una revisión y si así lo fuera, esta reseña sería toda una impertinencia. No me caracteriza la pertinencia ergo voy a soltarme a pensar brevemente en esta cinta.
Siempre concebí a los hombres como posibles, de casi cualquier cosa, como posibilidad de lo impensado aun. Algunas lecturas y estudios a lo largo de mi corta vida me sugieren que esto que yo anunciaba inocentemente con lo posible, cuadraba fácilmente en una noción de voluntad. Filosóficamente, es la voluntad la expresión de los hombres. Aun deambulo considerando y reconsiderando detalles. No me gusta creerme todo lo que leo.
¿Qué sucedía en este mundo cerrado? ¿Qué sucede, en tanto y en cuanto sucede algo, con estos personajes tan diversos?
Una sola palabra, una solita. Un acto mínimo, quizá casi imperceptible, pueden destorcer al mundo, al mundillo en el cual nos encontremos. Un soplo fugaz de existencia puede aniquilar una voluntad y re-crear una voluntad nueva.
¿Quién es el malo? ¿Quién es el bueno? ¿Quién el ladrón? ¿Quién la inmoral? ¿Quién el terrorista?
Rótulos, rótulos y más rótulos que no reflejas ni remotamente la complejidad de la mente humana, de la voluntad, del devenir del mundo, ni de nada.
La escena final es enorme, es trituradora, aun sonrío.
Notable película. 

Neuronas y creencias


En principio pensaba en las creencias, de hecho hablaba sobre ello brevemente. Con alguien, con otro interlocutor. A veces hablo conmigo mismo pero suelen ser discusiones interminables. Prefiero hablar con otras personas, los otros en algún momento se cansan o se van. Conmigo es otra cosa, siempre estoy donde sea que esté.
La cuestión es que pensar en las creencias, me llevó a pensar en la capacidad para creer. Porque uno no cree lisa y llanamente en algo aunque muchas veces así lo parezca. Uno es capacitado, de las maneras más y menos pensadas, para creer en algo. Luego, cree.
Pensar en estás capacidades me llevó a pensar en neuronas y, como ignoro cuántas tengo, se me ocurrió utilizar un número simbólico. A partir de ese momento altanero decidí que tenía 4 neuronas. Sí, 4. El 4 es un lindo número pensé, de hecho hasta me parece estéticamente una linda figura. Admíreselo: 4.
Por lo tanto, 4 neuronas. Una de ellas situada en cada ángulo de mi cuadrada cabeza. Dispuestas así, podríamos tranquilamente hablar de una conformación geométrica y formalmente ideal. Advierto que siempre me gustaron más lo números pares. Últimamente voy encontrándole la gracia a cualquier número. Quizá el que me gustaran más los pares podría deberse a cierta vocación de paridad, de ¿equilibrio? Quizá sólo se deba a la insipiencia de cierto romanticismo diluido en aguas cuánticas. Veámoslo, es romántico lo par, en la disparidad hay un tragicismo tangible: alguien pierde, alguien se queda solo, alguien no baila, etc. Lo par hace juego con esas novelas al uso que nunca pasan de moda, las de la tele que no las veo pero permítaseme presumir un poco. En las novelas todos empiezan solos o casi todos (los protagonistas principales pueden estar eventualmente comprometidos) pero al final indefectiblemente nadie se queda sin pareja. Recuerdo nítidamente a mi madre y a mi abuela especulando sobre quién se iba a quedar con quien al final de cada tira.
Lo curioso son mis 4 neuronas y mi capacidad para creer en ello. Aparece simpático, es un número relativamente sencillo de manejar y suena bien. “Bien”, es extraño como un calificativo moral pudo volverse estético: cantar bien, escribir bien, actuar (teatralmente) bien, etc. Cómo la estética se constituye en un “bien”.
Por cierto, suena bien, el 4 suena bien para mí y lo creo. ¿De qué se trata entonces esta capacidad de creer? Estimo que existe un constituyente intelectual en toda creencia más allá de la obsecuencia o el fundamentalismo con el cual se la crea. Por caso, ¿cómo llegamos a cuestionarnos cosas? ¿Por qué llegamos a hacerlo? ¿Advertimos que el cuestionar cualquier creencia tenida es lógicamente un cuestionarnos a nosotros mismos?
Por qué creer en mis 4 neuronas, por qué no 5 o 6, por qué no estimar 100 mil millones sólo en cerebro y quizá 100 mil millones más diseminadas por el resto del cuerpo. El número, en particular, no hace la diferencia sino mi capacidad para creer en él. Nótese que estamos en un campo científico y que bajo ninguna circunstancia pretendo rebatir estudios de campo ahora. Las neuronas, mis neuronas, son una ilustración inocente. Hay mucho, demasiado, de capacidad y de capacitar-se para creer y esto no es un juego de palabras inocente: ¿por qué el 4? ¿Por qué dios?¿Por qué uno? ¿Por qué el lenguaje? ¿Por qué la realidad, la política, la ciencia o el arte? ¿Por qué lo que sea? Las cuestiones, como sea que se las ponga, re-crean (que se vea el uso literal de la palabra olvidado en los albores de la histórica re-creación del lenguaje).
“Creo” que la seguimos después...

Imagen - Fluorencia Carrizo (http://www.fluorencia.com.ar/)

sábado, 15 de septiembre de 2012

Un método peligroso (2011)



Me tomado un par de días para reseñar esta película. Creo que tiene cosas interesantes y cosas originales. De las originales, el abordaje de la vida de un personaje ya abordado en el cine pero con una lineal pretensión cinematográfica.
Este film muestra otras intenciones sobre todo el poner sobre la mesa ciertas discusiones centrales de psicoanálisis en su gesta. Mi crítica es que sólo se queda en la superficie de las discusiones. No me considero ni un estudioso, ni un conocedor de la obra de Freud pero creo que podría haberse profundizado más en torno a las discusiones y sobre todo en la constitución del personaje de Mortensen  que al final me terminó pareciendo un tanto timorato.
La salvedad que debo hacer es que quizá una mayor profundidad hubiera producido un película un tanto menos comercial que la que acabo de ver y por tanto, hubiera repelido a unos cuantos espectadores que ya siendo como es la consideraron aburrida o sosa, cosa que no me pareció.
En fin, creo que lo más interesante son las intensiones que no llegan a concretarse. Asumo que los mandamientos del cine actual no lo permiten pero me hubiera gustado mayor profundidad en el eje psicológico que es el fondo y principio de la película. Keira Knightley supera sus antipáticas actuaciones de siempre y Fassbender se me presenta como una estrella en ascenso.
Por supuesto, recomiendo verla y juzgarla por si mismos. No es para nada un desperdicio.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Beautiful girls (1996)



Creí que tendría mucho para decir. Pero me invade un mutismo que generalmente sólo me invade cuando siento que la película lo ha dicho todo. Acabo de verla por segunda vez. La había visto hace un par de años y la había calificado con un “7” pero siempre persistía en mi memoria como algo entrañable: Portman me deja sin habla, es gestualmente perfecta. Hutton está por lejos en su mejor rol y el resto acompaña perfectamente. El guion es magnífico e ignoro qué le sucedió luego de este filme a Ted Demme.
Pero claro, imposible no quedarse con los sueños rotos de los personajes. Ya lo diría “alguien” (no sé quién): los sueños, sueños son.  Y se queda un Hutton prendado de esa niña que encarna todo lo que siempre soñó con esos tiernos trece años. Qué locura, qué maravilla. Cuán distintos terminan resultándonos: la vida a los pretextos,  los “amores” ideales al amor.
Esta es una película revulsiva. Ni me considero una persona muy arrepentida de haber o no haber hecho pero esta cinta conmueve.

Una chica linda puede provocarte mareos. Como cuando bebes whisky con Coca-Cola. Puede hacerte sentir bien, repleto de lo mejor que conoce el hombre, de promesas. La promesa de un día mejor. La promesa de una mayor esperanza. La promesa de un nuevo mañana. Ese aura particular puede hallarse en los andares de una chica linda. En su sonrisa y su alma. En el modo en que hace que parezca que todo en la vida va a salir bien. Una mujer hermosa es todopoderosa  y eso es tan bueno como el amor. Tan bueno como el amor.

Quizá todos seamos promesas incumplidas en algún punto. Sólo tenemos una promesa certera que vamos a cumplir.
Conclusión: no hay conclusión. Las historias, que no son realmente historias, se están escribiendo en medio del éter y el agua que pasa debajo; en medio de un naufragio espacio-temporal que abruma, que desconcierta pero en el que innegablemente vale la pena perderse.
¿Por qué no esperar? ¿Por qué no actuar? ¿Por qué Portman nació tanto después? ¿Por  qué Hutton no se convirtió en el pervertido del barrio? Los momentos “propicios”, como las ideas “verdaderas” no existen. Sólo estamos aquí y ahora.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El niño del libro de dinosaurios

¿Quién era? ¿Quién soy? Aun Puedo verme pasar ante mí mismo embarrado de mugre del patio, entrando a la casa sin limpiarme los pies y escucho a mi vieja gritando. Voy directo a la heladera a buscar un poco de agua. Vuelvo a salir afuera y mi vieja vuelve a gritarme por la mugre que llevo encima. Busco al perro por todo el patio, lo llamo, sale de la pieza del fondo y corre hacia mí como si no me viera hace siglos. Acababa de irme adentro, a tomar agua. Estaba de vuelta ante el perro que me miraba y de repente, había olvidado qué venía a hacer afuera. Ya estoy grande para jugar como un niño. Pero vi a lo lejos, desparramados, algunos muñecos de Los Caballeros del Zodiaco, corro, me tiro un panzazo a la tierra y Grecia es un poroto al lado de mi santuario de rasti. Agarro la manguera porque hacen falta algunos pantanos y lleno de barro la galería por la que ayer habían pasado el trapo. 
Mi vieja me pregunta si estoy usando la manguera, le contesto que sí y me grita que ya que estoy, me ponga a bañar al perro. El perro me mira deprimido y se fuga a la pieza debajo de un canasto. Yo sigo acá, jugando a la guerra con las manos pequeñas metidas en el barro. Ya estoy grande para jugar en el barro. Me levanto y me enjuago con la manguera un poco los brazos, ya escucho los gritos de mi vieja sin escucharlos, las zapatillas están inmundas y la galería ha quedado un espanto.
Me detengo un instante a no pensar y voy chapoteando hasta la pieza a sacar el perro de abajo del canasto. No esta, miro a mis pies engrandecidos y entonces sin una sola gota de barro.  Mis manos, mirándome y recordándome que soy un hombre y que estoy grande para andar jugando.
Salgo de la pieza, pensando, dónde me habré ido cuando crecí, cuánto me extraño. 
¿Por qué uno no piensa, cuando es un niño, que va a ser un grande? Quizá en un movimiento pretensioso de la mente, siendo adulto,  uno pueda pensarse un poco más viejo, un poco más viejo y un poco más viejo. Quizá podamos fantasear con el paso del tiempo aunque mal no sea que termine convirtiéndose en la peor de las pesadillas.
Ayer recordé algo que había olvidado. El recuerdo trajo consigo un inentendible entusiasmo. Es, ante todo, una virtual pavada.  Recordé un viejo libro de dinosaurios que me regalaron mis padres. Era de esos en los cuales las ilustraciones tienen movimiento, uno tiraba de unas “banditas” y los dinosaurios se movían. Era un libro espectacular, ignoro qué habrá sido de él. Sería hipócrita de mi parte el no asumir que me fascinaría tenerlo en mis manos ahora, no por el libro, sino por mí.
Es cierto que los mas grandes siempre repiten: “cuando tengas mi edad vas a entender muchas cosas”. He alcanzado, afortunadamente, la edad de muchos que ahora son mucho más grandes y aun no consigo entender casi nada. Porque uno no piensa, cuando es un niño, que va ser un grande y crece. Ve marchitarse y florecer tantas veces las mismas flores y se queda, va quedándose en cada descubrimiento. De repente, está acá o no está, porque está en todos lados con la mente volando tan lejos que ningún espacio podría ser una cárcel y ningún tiempo podría volverse límite.
Porque uno no piensa, cuando es un niño, que va a ser un grande y pierde los libros de los dinosaurios. 

Un triceratops  Lucecita, gracias...

Imagen - Fluorencia Carrizo (http://www.fluorencia.com.ar/)

martes, 11 de septiembre de 2012

Humanos demasiado humanos

Breve aclaración: el texto a continuación es un palabra breve, inocente, que escribiera hace ya varios años en el día del fallecimiento de un maestro que tuve en Primer año de la Escuela Secundaria. Hoy que estoy tan lejos y tan cerca de aquel lugar recuerdo a mi maestro, a los maestros y cada uno que me marcó. ¿Qué es educar? ¿Qué es enseñar? Miro al futuro y temo que mi voluntad exceda mi capacidad...


                                                                         "Vengo de todos los tiempos y de todos los caminos
con las manos henchidas de sembrar esperanzas
y una sed de infinito en el fondo del alma.
He transitado la senda de aquel niño sonriente,
de aquel joven rebelde que gustó de mi cáliz en el noble
y sublime altar de las aulas."

Prof. Ramón Ferrante Díaz



He concebido la educación como una especie de capacidad o arte de poner alas a los seres. Hoy se ha marchado a otro cielo un ponedor de alas enigmático, se ha marchado a otro cielo el Señor Profesor Ramón Ferrante Díaz. Se ha marchado uno de los grandes soñadores del sueño Normalista, uno de los pregoneros mas locuaces del fuego sagrado de la educación publica. Se ha marchado un luchador en silencio, un luchador sin escándalos, un luchador sin luchas falsas, se ha marchado un idealista de simples ideales.
Los hombres no nos hacemos hombres en un momento repentino, los hombres nos hacemos hombres en el camino y “el Negro” dibujaba caminos.
Rindo homenaje al humanismo en el barullo neoliberalista insípido, rindo homenaje al esfuerzo real por lo práctico y a la docencia en la práctica formadora de ciudadanos y de personas.
Podrán discutirlo pero jamás podrán negarlo. Como no podrán negarme a mí el más grato recuerdo que la educación me ha dado. Tenía yo 12 años, la mitad de los que ahora tengo, y cursaba primer año en un aturdimiento complejo como es el pasaje del primario al secundario. El Señor Díaz, porque para mí siempre fue y será el Señor Díaz, era mi profesor de Formación ética y ciudadana. Estábamos en una prueba escrita, con todo lo que eso implicaba y el Señor se dispuso a dictar las preguntas. Por desgracia no recuerdo las dos primeras pero recuerdo que eran tres. La ultima pregunta la recuerdo perfectamente, él tosió un poco antes de alzar esa voz omniabarcante y justiciera y dictó: “Soy persona porque… Completen…” nos dijo. Quizá sólo fui yo, quizá ni él mismo se dio cuenta de lo que estaba haciendo, para mí, mas allá de la amistad, fue la mejor enseñanza que me dejó la escuela. Completé esos intimidantes puntos suspensivos y al día de hoy podría citar palabra por palabra mi vieja respuesta. Puedo presumir también de que, si tuviera que contestar hoy, mi respuesta seguiría siendo bastante similar en cuanto a contenido.
El motivo de mi homenaje nace de una profunda angustia que encuentra consuelo en el ser del Señor Díaz que me dejó, o más bien, nos dejó algo.
Se ha perdido la esencia, se ha perdido el ímpetu. Él fue el visionario, que desde la humildad y la simpleza, pudo ver más que el resto, pudo, en el brumamiento modernista, poner la ética, la poética y la política en una misma línea. Pudo educar donde muy pocos educan. Pudo dejar recuerdos que el tiempo volátil no se devora, pudo, en la histeria cotidiana, establecer un sentimiento y ennoblecer al hombre.
Ese día supe, sin saberlo. Hoy lo sé, sabiéndolo. Supe que fuera lo que fuera yo quería ser eso, yo quería, y quiero, porque aprendí de la única prédica que pone al hombre por encima del hombre, aprendí de la prédica del ejemplo. Esa que define a los humanos demasiado humanos.



Mi afectuoso saludo a todos aquellos que educan,

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Detachment (2011)



Muy del estilo de su director (Tony Kaye, “American History X”) que recurre a golpes de efecto crudos, viscerales y que funcionan a cualquier nivel.
La reflexión de la película no se sirve en bandeja al espectador pero está todo tiempo acosándonos en el tránsito entre el falso documental con el que comienza y la metáfora magistral con la que la película termina.
El oscarizado Adrien Brody hace homenaje a sus dones y los secundarios, salvo alguna que otra sobreactuación adolescente, están a la altura.
La desafección, el desapego, el distanciamiento  están expuesto con un realismo que algunos podrán tildar de exagerado pero, a mi criterio, el film sólo suda la cruda realidad. Y la misma excede a los maestros, a los estudiantes, a los claustros estudiantiles, a los padres y busca, pretenciosamente, sajar la fibra humana anestesiada de la sociedad. Lo que sucede en el ámbito educativo no se reduce al ámbito educativo, lo que sucede en un hogar tampoco se reduce a ello, en última: difícilmente seamos seres reductibles o nuestras vidas lo sean.
Hay un mundo de ideas, de sentidos que nos acosa. Para bien o para mal del intérprete, el mundo no espera, no concede.
Notable película, muy recomendable.

El ser y los miedos otra vez


En la introducción al tópico miedoso había terminado la columna con una serie de preguntas que considero interesante retomar:

“¿Cómo vivir entonces con nosotros mismos? Es rara la pregunta, porque fácil o difícilmente lo hacemos. ¿Cómo vivir los miedos? ¿Cómo sufrir-se sin caer bajo connotaciones que, por donde se las mire, representan concepciones desarraigadas de cualquier posible perspectiva humana?” (En “El ser y los miedos”)

En principio, estimo que todos somos seres condicionados. En general, manejamos un concepto de libertad que tiene poco que ver con la condición real del ser humano. Quizá la cuestión no pasa por estar liberados de cualquier condicionamiento (lo cual creo que es sencillamente imposible), sino por la posibilidad de un reconocimiento de esos condicionamientos. En primer lugar, por una ontología básica, reconocer lo que sea que nos afecte es reconocernos a nosotros mismos. En segundo lugar, la posibilidad que brinda ese reconocimiento es precisamente la de reconocer-nos en aquello que está condicionándonos. Porque si bien los miedos y las condiciones son nuestras, no es menos cierto que muchas veces hay razones externas que afectan ese ser-en-condición. Están los otros, somos con otros y la afección es ineludible. Lo inolvidable en este aspecto, es que los otros son también un yo, un uno, un condicionado-condicionante. Así es que se entreteje esta complejidad de afecciones que se disparan en todas las direcciones.
Ahora bien, quizá la posibilidad del reconocimiento nos permita discernir cuáles son nuestras condiciones (nuestra condición) y qué sucede con aquello que aparece afectándonos. No porque podamos evitarlo, entiendo que no compete a una decisión. Sino porque en el discernimiento seguramente se manifestará al menos más claramente aquello que somos, aquello que queremos y aquello que nuestras propias condiciones nos están impidiendo ser.
Ser es ser-en-condición pero lo remarcable aquí es que las condiciones no son sólo externas. Hay un ser (uno) capaz de engendrar condiciones propias de un vivir que no es individual.
Ahora bien, entiendo que la posibilidad de superar-se tiene bastante que ver con una voluntad de hacerlo. No a pasos agigantados que al más mínimo topetazo retrocedan más de lo que hipotéticamente se avance. Me simpatiza la idea de los pasos pequeños pero firmes, lúcidos, prudentes.
¿Qué serán la firmeza, la lucidez o la prudencia? Por ahora retóricas preguntas o preguntas para uno.
A la larga, los miedos o las condiciones no desaparecen, van cambiando,  y estimo que en condiciones ideales un ser in-condicionado no se parecería en nada a un ser humano. 

Imagen - Fluorencia Carrizo

lunes, 3 de septiembre de 2012

Ojalá alguien escuche


Es interesante, hace mucho que no llego despierto a las seis de la mañana, aunque la cabeza esté a mil por segundo siempre me gana el cansancio, el sueño o cierta vertiente del aburrimiento que probablemente no se corresponda con la concepción de aburrimiento al uso.
Pensaba un poco, pensaba porque me gusta hacerlo, no concibo no pensar ni me distraigo consumiendo contenidos para posponer ese ser pensante que soy.
Siempre repito que en el fondo todo es político, lo cual podría invertirse para decir algo como la política está en el fondo del todo. No en el fondo del mundo, ni del universo. En el fondo de nuestro mundo humano,  de este precario mundo de ideas humano.
Para ser franco, creo que lo que me desvelaba era cierto temor, no un temor que me paralice o me impida pensar y decir lo que pienso. A decir verdad, a nadie le importa le importa lo que pienso, soy uno de los nadies que caminamos todos los días por la calle y que tenemos total libertad para expresarnos aunque nadie nos escuche. Si “nadie” habla, “nadie” escucha.
Me causa temor esta sensación de bandos, esta recurrencia diaria a hojear periódicos opositores casi como una obligación y despertarme todos los días en varios países distintos. A que si digo “A” el discurso “X” me corra para allá y si digo “B” el discurso “Y” me corre para acá. Concretamente, lo que no veo en ningún lado es vocación de crecer, de pensar un poco más allá de las narices, de pesar en algo más que en hoy, literalmente el día de hoy.
¿Cómo vivimos en una realidad sesgada? Maldita la hora en la que alguien entendió que los hombres éramos medios para algo. Que se entienda, el hombre, la mujer, cada individuo es un fin en si mismo y no hay estado nacional que valga más que las posibilidades de realización de cada uno de sus individuos.
A veces soy “gorila”, otras veces me estoy volviendo “k”. La mediocridad simbólica apesta a un tufo tan viejo como el fascismo más puro y duro.
Son las seis y diez de la mañana del 3 de Septiembre del 2012. ¿Saben que pasa afuera? La inmensa mayoría de la gente que era pobre sigue siendo pobre, las excepciones son las de siempre, las insólitas. Todos los que eran ricos siguen siendo ricos, son más ricos de hecho. A veces me pregunto de dónde sale tanta plata. Y los del medio, estratificados hasta el hartazgo, siguen renegando y es probable que así sigan hasta el fin de sus días. Porque les están saqueando las cajas de jubilaciones hace varios años y deciden salir a vereda a hacer ruido con cucharones cuando les cortan el chorro con los dólares, algunos hasta insultaron a la presidente cuando peligra un recital de Madonna.
Por otro lado, ¿cómo hago para no ver la corrupción en este país? ¿Cómo hago para no buscar por mi mismo las declaraciones juradas y corroborar lo que dice Lanata o mengueche? ¿Por qué va a importarme que diga la lacra inmunda de Clarín o La Nación si es cierto?  Es cierto, se están robando toda la plata, es una vergüenza que literalmente se caguen en la gente en la cara. La impunidad no es algo para reflexionar y sopesar, la impunidad debe ser castigada porque así lo demanda la ley y sin ley no política ni justicia posible.
¿Clarín miente? Caro que miente, así se ha construido desde sus cimientos este país. Tenemos una historia de mentira mucho más extensa que la historia real. Clarín o fulano es un grupo económico que persigue su propio beneficio. Como el zapatero, el abogado, el odontólogo. El gobierno, sea del palo que sea, no puede perseguir el beneficio del gobierno, el gobierno está para asegurar el bienestar de los gobernados (de los dueños), de todos, de los que piensan distinto inclusive. Los que piensan distinto no son finlandeses, son argentinos, ni más ni menos argentino que cualquiera que apoye un gobierno.
Estimo que el espectro de contenidos políticos está en su punto más bajo y la cuestión amenaza con profundizarse, lo percibo vacío, por lo cual ignoro cuánto más bajo podemos caer. Se ha descompuesto la discusión política reduciéndose al marco ideológico, tergiversado hasta la médula, pero al fin y al cabo se ha ideologizado el conflicto volviéndolo una mera formalidad. Nadie habla de política. Y si “nadie” habla de política, “nadie” piensa en política. Lo político es bastante más amplio que la mera cuestión ideológica. Lo político atiende a cuestiones de hecho, cuestiones prácticas, comida, salud, educación, vivienda, libertad individual. No se confundan, ser libres no es poder andar por ahí. Ser libre es un derecho subsumido a la educación y la igualdad de posibilidades y acá eso no pasa.  Sigo preguntándome si alguna vez pasará.
El gobierno que tenemos empezó gustándome pero en cuanto concentró poder entiendo que se desbarrancó en muchos aspectos. Sin embargo, entiendo que muchas cosas se han hecho como debían hacerse. No voy a concederle la comparación con el período menemista, no me manejo en ese nivel. Menem es un protegido de este gobierno que lo calumnia de la boca para afuera y lo ampara en los juzgados.
Me aterrorizan los personalismos, en cualquier ámbito. Nadie es irremplazable, nadie bajo ninguna circunstancia organizativa. Sólo somos irremplazables en nuestros hogares  y en la vida de algunas personas. Me niego a creer que un aparato gubernamental que presume desde hace nueve años de llevar a cabo un gobierno impecable no pueda articular la sucesión de una líder que termina constitucionalmente su mandato.  No voy a saltar con eso de “la constitución no se reforma, se respeta”. La constitución se reforma, debe reformarse  pero no para eternizar a nadie en el poder. Y sí debe respetarse, y no se la respeta. Ni es sus bases: su republicanismo y su federalismo.
Desde la inocencia más pura, cómo me hubiera gustado leer en algún diario del grupo hegemónico algún gesto de aprobación al gobierno después del 2005 y viceversa, cómo me hubiera gustado ver en el otro medio hegemónico algún mea culpa. Porque uno sólo destruye, acosa, denuncia, exagera y miente. El otro también, pero este es mi gobierno, aunque no lo voté, es mío y se debe a mi como ciudadano. Me debe explicaciones que no me da y que espero. De Magnetto no espero nada, es un empresario más, con la diferencia de que no le gusta o no le conviene el kirchnerismo.
Es raro que nos hayan metido esta polarización en las cabezas. Que nos hayan terminado haciendo creer que las demás agrupaciones políticas están muertas y que para oponerse al gobierno hay que darle rating a Lanata los domingos. Es increíble, en un par de carillas nombré dos veces a Lanata (tres con esta) y no nombré a ningún partido opositor. Nótese entonces la profundidad del discurso del gobierno y la del grupo Clarín de creerse esta cuestión de ser el “enemigo de”.
Comencé hablando de que sentía un temor que aún no sé cómo expresar. No es mío, no es propio o no lo era. Pero ahora está ahí acosándome como esta realidad que no cesa aunque venga alguien a decirme “A” o venga alguien a decirme “B”. Si afuera pasa “C”, tarde o temprano lo voy a terminar descubriendo.
Si me sincero apenas, hacer lo que sea cada vez cuesta más, la educación (sobre todo en el nivel escolar público) es desastrosa y viene en caída libre, la inseguridad no es joda, no es una “sensación” (estúpidos insensibles). Esto lo veo yo, lo vivo yo, no me lo cuenta nadie. Mi mayor temor es que estás cuestiones se profundicen y todos los días las veo profundizarse y veo a un gobierno y a una oposición que me hablan de otra cosa (boludeces si vamos al caso).
La libertad de cada uno depende de la educación y de la seguridad. Eso es la justicia, social o cómo quieran llamarle.
Son las siete y doce, estoy cansado, podrido y me duele la vista. He hablado con sinceridad, ojalá alguien escuche.

La vida es bella



Para muchos “La vita e bella” transita los carriles del optimismo a pesar de lo que sea. 
Benigni ha creado algo sorprendente, algo in-olvidable. Sin embargo no se trata de optimismo, no se trata de la candidez del personaje. “La vita é  bella” mas la vita è molto trágica. Y es en esta tragicidad frágil que el personaje de Benigni abraza a esa vida sea lo que sea, pase lo que pase, hasta las últimas consecuencias. Porque el amor mismo se parece al amor a la vida, y éste, cuando es real, no entiende de límites.
Al acabar de ver "La vida es bella" me quedo quieto como una estatua ante los créditos finales.... ¿Qué hizo Roberto Benigni el día anterior al día en que inventó esta historia? ¿Con quién habría hablado? ¿Qué habría cenado? ¿Con qué habría soñado? Quiero saber en qué momento de su fugaz día anterior se produjo la chispa que le llevó a crear semejante monumento audiovisual.
¿Dónde, en qué apartado rincón del universo se engendran las diferencias? 

Roberto, me has hecho reír y me has hecho llorar. Al principio te tomé por un loco y al final por un genio chaplinesco.

Los créditos finales se acaban, toca devolver el DVD a su funda y deseo olvidarla, deseo volver a verla nuevamente por primera vez. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Celda 211 (2009)



Excelente thriller carcelario cuya única dificultad de este lado del Atlántico es entender completamente los diálogos.
Salvado esto, la película me ha parecido sencillamente excelente. Las actuaciones en general y en particular Tosar: es un monstruo, hace de lo que sea. Lo he visto en muchas películas a esta altura y le he tenido lástima, bronca, indiferencia y en Celda 211 le he tenido miedo, pánico. Aun le temo un poco a “Malamadre”.
Violencia en la dosis justa sin caer en la morbosidad o en la apología de la sucesión de tomas vertiginosas o de puro movimiento. Creo que aquí se ve la dificultad de plasmar un thriller en estado puro: dosis equilibradas de acción, violencia y contenidos (trama argumental bien articulada).
La película, si bien en lo que a mi respecta merece todos los halagos, es fuerte. Es una película áspera desde el lenguaje y las escenas.
Pero deseo volver a los personajes brevemente porque existen personajes y Personajes (nótese la mayúscula): Tosar ha hecho aquí un personaje inolvidable, al menos en lo que a mi respecta.
Por último, sería pretencioso profundizar filosóficamente en una cinta que no tiene  pretensiones filosóficas. Sin embargo, subsiste un qué decir al respecto de la violencia en las cárceles, sabida violencia indiferente a todos… ¿evitable? ¿Secundaria? ¿Anecdótica? Priman las perspectivas.
Muy recomendable.

El Presente Perfecto (Final)

A cerca de aquello que pretendemos por presente 


De las separaciones tajantes de los instantes del tiempo, sólo pueden extraerse frustrantes conclusiones. Los seres temporales no percibimos la temporalidad tal como pretendemos describirla, claramente separada, claramente distinguidos sus límites. Los límites continuamente se mueven, sin un orden, sólo siguiendo al caos que envuelve al movimiento al cual somos indiferentes por naturaleza. Los límites siempre están jugando ese papel de traidores de la razón, están donde están y de repente, no están. Lo que queda a los lados se desdibuja y sólo adquiere un pretendido orden lógico impuesto por un ser temporal que huye constantemente al caos natural. 
¿Cómo dejamos fuera de la discusión a los límites del tiempo en una discusión acerca del tiempo? ¿Cómo versamos a cerca de algo que naturalmente no está definido? 
La única salida parece ser concentrarnos en aquello que nuestra lógica nos permite aprehender en medio del caos genealógicamente eludido por nuestra naturaleza. Me detengo aquí, en el ser temporal que soy, porque concibo el tiempo y en gran medida puedo decir que soy el tiempo y no en el tiempo. 
Volviendo a nuestras pretensiones originarias, ¿qué es aquello que pretendemos por presente? 
Es común la identificación del presente con el ahora. Sin embargo, entiendo, que al decir “ahora”, al decirlo, al percibirlo, lo dicho y lo percibido, se dan en una desambiguación de aquel instante que realmente pretendemos señalar al decir “ahora”. Esto es, aquello que pretendemos por presente, se constituye, formalmente, de una vaguedad, de un concepto confuso, indeterminado. Lo cual resulta lógico, los pretendidos límites no existen. Por ende, la concepción justa, determinada o concreta de aquello que llamamos presente no es posible. Los sucesos instantáneos, que pretendemos linealmente temporales, no se limitan claramente y es por esto que el pretendido presente, se desdibuja, se mezcla con las ya difusas concepciones de pasado y de futuro. 
Sin embargo, el mundo sucede, está sucediendo, aprehendido por la estructura lógica que sea y, nuestra estructura lógica, persiste en ordenar el suceso del mundo dentro de la temporalidad. Entonces, aquello que sucede, dentro de nuestra concepción temporal en un instante determinado, es percibido, pero esa percepción, como decía anteriormente, se da en el orden de una desambiguación del instante en el que el suceso sucede. Es decir, cuando lo aprehendemos, cuando somos capaces de advertir la ocurrencia del suceso, el suceso real ya pasó, ha pasado, es pasado. Aun así persistimos en llamar presente al instante de aprehensión. 


El presente perfecto 


Hay un instante en el que todo sucede, en el que podríamos decir, aventuradamente, que todo, absolutamente todo, está sucediendo. Pero ese instante, real, el instante más real dentro de la temporalidad, no es abarcado por todo el concepto de aquello que vagamente pretendemos por presente. La realidad máxima de este instante se debe, por supuesto, a que éste, es el instante en el que todo y absolutamente todo tiene lugar. 
¿Cómo escindimos entonces el instante en el que todo sucede de la concepción banal que tenemos del presente? Llamo al instante, a ese instante en el cual decir “ahora” designa un instante pasado, presente perfecto. Este presente perfecto es el instante en que todo y absolutamente todo sucede, el cual se constituye claramente como un grado especialmente determinado de aquella concepción indefinida que pretendemos por presente. 
El presente perfecto, el instante en que el suceso está sucediendo, es suma realidad, es la máxima expresión de la temporalidad y por ende, del ser temporal que somos. 
Esta perfección temporal realísima, está exenta de la sensibilidad y/o la razón que abruman a los otros instantes temporales. En el presente perfecto, sólo hay suceso. La sensibilidad y/o razón quedan exentas de ésta que se erige como la única realidad temporal. El presente perfecto, es posibilidad en acto. Todo lo que sucede, no sucede sino en este instante. La elección, la decisión y/o la acción del ser temporal que somos, son anteriores y/o posteriores al presente perfecto, nunca simultaneas, en el presente perfecto sólo hay suceso sucediendo. 
Éste instante, abrumadoramente real, podremos entenderlo a posteriori, como el albergue único de la vida, como el único albergue de la vida viva y viviente. Allí, en el suceso drásticamente pasado que llamamos “ahora” por pretenderlo erróneamente actual, allí sucede la vida que vivimos, allí vive vívidamente la única realidad.

Imágenes - Fluorencia Carrizo