martes, 1 de mayo de 2012

El árbol de la vida

Una poesía maravillosa, un manojo de preguntas existenciales y una clase magistral de fotografía cinematográfica. Brad Pitt sigue confirmándose como el enorme actor que es. Sean Penn, aparece, sólo eso, pero el film no sería lo mismo sin él. Jessica Chastain es bastante más que una hermosa actriz, más que una expresión de ternura en el brillo del turquesa de sus ojos. Aun resuena en mi mente el eco de algunas cuestiones humanamente intratables que esgrime con inigualable gracia mi colega Terrence Malick del cual llevo visto varios films y éste es definitivamente su consagración, aquí dice todo aquello que necesitaba decir.
¿Dónde nos llevan entonces las preguntas? ¿Dónde, de todos los rincones posibles, podrían llevarnos las preguntas por nosotros mismos? Cierto es que quizá cualquier pregunta sea una pregunta por nosotros mismos. Más allá de las respuestas, que desgraciadamente a veces resultan tan necesarias, quiero quedarme con el eco de las preguntas: simples e incontestables que pueden expresarse en imágenes preciosas que no intentan exhibir  respuesta alguna.
Aturden, ahora, en la contemporaneidad del cine las luces y los efectos de sonido que nos suben en autos a velocidades imposibles o el derramamiento insignificante de sexualidad vacua y estéril.
Me quedo con el silencio necesario para pensar, con el sonido que no hace sino de compañía de la poesía que puede esgrimirse a través de una pantalla.
Sin embargo, sigue incomodándome ésta cuestión de definir a la película como no apta para toda clase de público. Me pregunto, ¿qué película lo es? ¿A caso Literna Verde es apta para todo el mundo? Al menos no lo es para mí. Ignoro el momento en el que, seres naturalmente inteligentes, se pretenden consumistas irracionales de imágenes cuyo contenido es al menos banal pero claro, es difícil exceder la opinión. 

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