miércoles, 4 de abril de 2012

(9) Disonancias (Los inaceptables)



En la espectral diferencia están aquellos que vuelan con nosotros y a aquellos incontables que vuelan sin nosotros. Las diferencias se adueñan de aquello que llamamos “igual”, de aquello que denominamos “normal” y de aquello que juzgamos “común”. No queda nada sino la diferencia que reinaba desde un principio ahora imponiéndose con crudeza a las mentes capaces de sopesar aquello que les sobreviene antes de si quiera emitir un sonido.
Vuelan entonces los diferentes por diferentes caminos, sin caminos vuelan hacia donde sólo las posibilidades y el azar caprichosísimo se lo permitan.
Sin embargo, existirán diferentes que persistirán en llamar “igual”, en denominar “normal” y en juzgar “común”. Que pretenderán, desde una soberbia espeluznante y una imbecilidad somnífera, “aceptar” a aquellos que no vuelen “sus” vuelos, que no sigan “sus” rastros o pretendan sólo volar sus vuelos.
Volarán entonces soñando vestirse en ropas que jamás les regalarán, se soñarán acariciando la caricia que no habrán dado jamás y anhelarán besar los labios de la libertad y la posibilidad de lo amado, la posibilidad de si; que lo encarna, lo lastima mientras pide, exige salir a gritarse a si misma, a cantarse la dulce melodía del amor a la diferencia, del amor de los cómo quienes a los cómo cuales.
Anhelará pintarse y pintar el mundo de esa sonrisa real oculta detrás del espejismo de las sombrías proyecciones ajenas, de los otros y la tortura de los otros torturantes del ser imposibilitado. Torturantes olvidados de su propia libertad, sumidos en jaulas de prejuicio olvidados de posibilidad mientras señalan “inaceptables”.
Se verán los “inaceptables” erigidos por sobre las cárceles del mundo en las que encerraran todos, se oirán las risas vibrar en el aire teñido moralidad indeleble y reirán también a la ironía.
La asfixia social de las diferencias encontrará su fin cuando los “inaceptables” logren respirar su propio aire, el que respiran todos ignorándose diferentes de cada quien como de cada cual.
Será sencillo descubrir otro en el otro y no esperar de él nada que no sea él mismo.
El espectro imaginario de lo pretendidamente conocido por igual naufragará en la penumbra sombría de la mentira, del fingir habitual del mundo que no conoce a sus seres y de seres que desconocen sus posibilidades.
Las estelas en los cielos se dibujarán del brillo propio de cada destello, los caminos los caminarán aquellos que al menos lo intenten y la vida, es su cúmulo metafórico de necedades, los aguardará a todos.
Resonará en última instancia una cuestión final, ¿qué destella cuando destella el todo ante el ser que se enamora del mundo? A veces sólo lo discontinuo, lo caótico y lo mágico de la diferencia.

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